Job 5:8-10
“Ciertamente yo buscaría a Dios y le encomendaría mi causa. Él hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número. Derrama la lluvia sobre la faz de la tierra y envía las aguas sobre los campos”.

Los parásitos, especialmente los hongos son descartados por los biólogos evolucionistas como organismos simples y primitivos. Sin embargo, los biólogos sea que quieran reconocer al Creador o no, están aprendiendo que nada en la creación de Dios es simple y primitivo.  Los parásitos parecen exhibir algunas de las ramificaciones y tramas más ingeniosas – independiente de su punto de vista – en toda la creación.

Un hongo parasitario que infecta a una mala hierba del camino llamada atrapamoscas parece que no le hace ningún daño a la planta.  Luego de la infección, una profusión de flores blancas se abre – incluso algunas semanas antes de lo normal.   Las abejas y mariposas llegarán para recolectar los granos de las flores.  Sin embargo, los granos que están esparciendo no son polen sino esporas de hongos.  Los hongos no sólo han convertido a las flores femeninas en masculinas, sino que ha transformado los estambres en fábricas de esporas.

Este no es el único truco que este hongo realiza.  También insta al atrapamoscas a producir muchas más flores de lo usual, haciendo que las plantas que infecta más atractivas que las atrapamoscas circundantes.  Como resultado, los polinizadores vienen primero a las flores infectadas antes que a las flores no infectadas.

Este es sólo uno ejemplo más entre muchos que demuestran que nada de la mano de Dios está hecho a la ligera.  La lección para nosotros va más allá del hecho de las cosas vivientes no encajan en el esquema evolucionista de simple o complejo.  Sino de que Dios también quiere que sepamos que a Él le importa todo lo que ha hecho, sin importar cuan sencillo se manifieste.

Oración: Amado Padre, si Tu has provisto para lo más sencillo en Tu creación, Yo se que Tu has provisto mucho más abundantemente para mi.  Permite que yo recuerde esto especialmente cuando tenga la tentación de preocuparme y actúe como si yo estuviera en control de mi mismo.  En nombre de Cristo Jesús.  Amén.

 Árbitro: Cowen, Ron. 1990. “El poder de los parásitos”. Science News, v. 138, 6 de octubre. Pág. 200.  Imagen: Pixabay.com

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